La ANMAT aprobó en Argentina el uso de Liraglutida para el descenso de peso en personas a partir de los 12 años de edad con obesidad. Esta medicación ya estaba permitida desde el 2018 pero sólo para su uso en adultos mayores a 18 años. “Es un co-ayudante que aparece como estrategia terapéutica complementaria a una nutrición saludable y realización de actividad física”, aclaró a FM 89.3 Santa María de las Misiones, la presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), Dra. Miriam Nora Tonietti.
¿Qué es la Liraglutida?
Según explicó Tonietti, la Liraglutida “es un análogo del GLP-1 humano, que es una hormona que el organismo produce y libera en el intestino ante la ingesta de alimentos y actúa sobre los receptores del cerebro que controlan el apetito y la saciedad”. Estas hormonas producidas “naturalmente por el organismo, tienen una vida muy corta. Por eso, su efecto sobre el cerebro es breve. En cambio, el análogo del GLP-1 tiene una vida más prolongada, lo que permite que, con una utilización diaria sea suficiente para disminuir la ingesta alimentaria y aumentar el sentimiento de saciedad”, señaló.
En este sentido, su indicación en personas con sobrepeso y obesidad se debe a que “la administración de este análogo, mimetiza el mecanismo natural que se produce en el cuerpo humano, promoviendo más saciedad y control del apetito, lo que resulta en una menor ingesta de alimentos y la consecuente pérdida de peso”, agregó.
¿Cómo es el tratamiento?
Tonietti aclaró que “este tratamiento está indicado para casos severos de pacientes con obesidad que no tengan una adecuada respuesta a las medidas tradicionales de terapia para modificar sus hábitos y que, luego de que el equipo médico multidisciplinario haya agotado todas las estrategias previas, la persona siga con dificultades para modificar su estilo de vida”. En este sentido, subrayó que “no es para todos los de 12 con sobrepeso, sino para aquellos que hayan agotado todas las instancias de tratamiento previas”.
En cuanto al efecto del medicamento, la doctora dijo que es progresivo: “Se comienza con dosis bajas de Liraglutida y se van aumentando semanalmente hasta alcanzar la dosis máxima terapéutica. Sus efectos comienzan a notarse a las cinco semanas aproximadamente”. Por otra parte, explicó que como en los inicios del tratamiento, el medicamento puede generar efectos secundarios como náuseas o síntomas gastrointestinales leves, el incremento de la dosis varía según la tolerancia del paciente al tratamiento. “Como muchos otros fármacos, tiene efectos secundarios que pueden hacer que se postergue el aumento de la dosis o no”, remarcó.
“No por tomar este medicamento se deben suspender las otras estrategias. La obesidad sólo se cura modificando el estilo de vida, y este medicamento es una herramienta para ayudar a que el paciente pueda hacerlo”, subrayó la presidenta de la SAN.
Se duplicó la prevalencia de obesidad en jóvenes
En los últimos 20 años, la prevalencia global de obesidad en niños y adolescentes se duplicó pasando de 1 en 10 a 1 en 5. Hoy más de 124 millones de niños y adolescentes tienen obesidad en el mundo y se calcula que hasta el 90% de los adolescentes con obesidad posee altas chances de perpetuar su enfermedad en la adultez.
Además de las complicaciones a la salud, la obesidad “es una enfermedad estigmatizante que produce síntomas de depresión, principalmente en adolescentes”, dijo. Por ello, la profesional celebró este nuevo medicamento y lo definió como “un puente” entre los tratamientos convencionales y las cirugías. “Aparece como una luz y un nexo entre los tratamientos tradicionales y las cirugías”, cerró.
Resultados beneficiosos
La aprobación de la indicación en adolescentes está respaldada por la evidencia que arrojó un estudio de fase III publicado en The New England Journal of Medicine. El estudio se propuso evaluar cambios en el índice de desvío estándar del índice de masa corporal (IMC) a la semana 56.
Para ello, midió durante 56 semanas el efecto de Liraglutida contra placebo en 251 adolescentes de entre 12 y 17 años, junto con 12 semanas de terapia sobre hábitos de vida, que incluyó educación nutricional y la realización de actividad física orientada a la pérdida de peso, además de 26 semanas de seguimiento posteriores a la finalización del estudio.
Los resultados demostraron reducciones significativas en el IMC y del promedio de peso corporal en quienes recibieron la medicación. El perfil de seguridad evidenciado en el estudio fue consistente con lo visto en investigaciones en adultos.
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