“Las reservas líquidas disponibles hoy son de menos 400 millones de dólares”


Desde los últimos anuncios oficiales el dólar “blue” comenzó una escalada que parece no tener techo. Cuál es un incidencia en la economía y qué se puede esperar para lo que resta del año. El economista José Piñeiro Iñiguez (MBA de la Universidad de Harvard) se refirió a esto y otros temas en “Aire de Sábado”, por la FM 89.3 Santa María de las Misiones.

 

El dólar volvió a dominar la agenda económica…

Lo afirmamos la semana pasada, el precio del dólar es el mismo, el problema sigue siendo el peso. La crisis de la economía no es la carencia de dólares, sino el exceso de pesos.

El dilema entonces es qué hacer con todos esos pesos y es lo que la gente que maneja la economía no sabe o no pudo resolver o, en todo caso, sigue sin advertirlo.

En lo que va de la pandemia al mercado fueron inyectado alrededor de tres billones de pesos que, obligatoriamente, empiezan a circular y a tomar velocidad.

Mientras vivíamos en cuarentena la circulación de esos pesos era mucho menor, limitada a lo más básico.

Pero en cuanto empieza a darse un resabio de movimiento en el aparato productivo estos pesos empiezan a circular con mayor velocidad y se empiezan a adquirir distintos tipos de productos, neumáticos, materiales de construcción, etcétera. Entre esos bienes también está el dólar.

En función de esto debemos volver a hablar de los grados de confianza que cada uno de los individuos perciben en la economía. La percepción está influida por la confianza. En virtud de esto es que el artículo más barato de toda esa gama de la que hablamos es el dólar, así valga 120 o 160 pesos, por eso va subiendo.

El precio del dólar hoy pasa a depender de cuánta desconfianza tenga la gente.

Hace meses dijimos que en virtud de los activos y pasivos del Banco Central debería estar alrededor de 180 pesos.

 

¿Es la desconfianza el problema principal?

También lo es la brecha entre 80 pesos y cualquier otro valor superior a 100 pesos que pasa a ser un descontrol. La prioridad de quien maneja la economía o la del presidente del Central que es quien debe tener como temas prioritarios el coto de la divisa y la inflación es qué hacer con el exceso de pesos. No hay regulaciones al respecto y esto genera muchos problemas de difícil solución en el futuro. Optaron por emitir bonos y atarlos al valor del dólar.

El objetivo era que los exportadores liquidaran todas sus tenencias de granos, convertir esos dólares en pesos y esos pesos captarlos con un bono ajustado al valor del dólar más una tasa de interés. Se presentaron 1.766 millones para canjear pesos por dólares, algo tremendamente malo porque con el mecanismo adoptado automáticamente se estableció la jurisprudencia y el parámetro de ajustar al valor dólar.

Si se indexa esta economía con tantos problemas y pasa a estar atada al valor dólar la solución tiende al imposible porque el ajuste que se deberá hacer será tremendo.

 

¿Qué otro frente débil presenta la economía?

También es necesario tener en cuenta la caída sistemática de los bonos recientemente refinanciados. A quienes tenían una porción de deuda les dimos bonos que valían entre 28 y 30 centavos a 54. En un mes esos bonos perdieron 18%, algo atípico en el mundo. Esto lleva a que los tenedores de bonos los fueran revendiendo porque no quieren saber más nada con Argentina. La visión hacia el futuro es altamente negativa.

Por otro lado, las acciones de las empresas argentinas en Nueva York perdieron alrededor del 50% de su valor.
Esto significa que las empresas hoy valen la mitad, con lo que cualquier empresa del mundo podrá comprarla con lo que tiene en la caja.

 

¿Un ejemplo?

Hoy YPF vale patrimonialmente 500 millones de dólares, algo ridículo. Esto es lo que opina el mercado internacional de lo que vale la empresa petrolera más grande de Argentina por el solo hecho de estar en Argentina, bajo legislación argentina y por el futuro que presenta el país.

 

¿Todo va de la mano de la macroeconomía?

Nadie pensó en qué hacer con todo ese volumen increíble de exceso de pesos.

 

Volviendo al dólar… ¿Qué pasa en el Banco Central?

Al 3 de octubre presentaba unas reservas de 41.092 millones de dólares, un número grande. Pero el punto es que todas estas reservas no son líquidas, 19.300 millones corresponden al swap con China que solamente sirven para importaciones con ese país; 12.500 millones son encajes que tiene el Central contra los bancos; 3.900 corresponden a lingotes de oro; 4.700 millones son depósitos de organismos internacionales.

Hay más de 40.800 millones inmovilizados. Al 3 de octubre apenas 200 millones estaban disponibles. Sin embargo durante estos últimos días el Central tuvo una pérdida neta de 300 millones de dólares con lo que, sin saber lo que pasó el viernes, estaríamos en un negativo de 400 millones de dólares al 10 de octubre.

 

¿Puede seguir operando un Banco Central de esta forma?

No. Para hacer cualquier tipo de operación dependería de los ingresos de los exportadores. Pero hoy el que exportador piensa que exporta a 80, menos el 33% de las retenciones me llega algo así como 50 pesos, y el dólar paralelo vale más de 160 pesos.

Esa brecha alienta al contrabando, a ese exportador le conviene vender su cereal cruzando cualquiera de los ríos que tiene Argentina.

Otra forma es sentarse a esperar porque todo lo que tiene para ganar es mucho más grande que lo que tiene para perder si vende en este valor.

Esto lleva a un status quo en el que no ingresan dólares. El Gobierno se niega a tomar medidas o no sabe tomarlas.

El sistema parece estar lleno de contradicciones…

Por un lado, hace diez días el Central estableció un semi default del sector privado. Por el otro están los importadores, los de insumos productivos, necesarios y básicos; y los de accesorios, cosas que podrían incluso ser innecesarias como automóviles de lujo.

Hasta el día de hoy estos señores pueden presentar una Declaración Jurada Anticipada de Importación (DJAI) ante la Secretaría de Comercio que será aprobada. Argentina no tiene dólares para que las empresas paguen sus cuentas, pero al mismo tiempo tiene dólares para traer containers de muebles, decoración, autos, una contradicción tremenda. Esto nos habla de que no hay un plan sobre la política cambiaria. En algún momento también va a pasar con la presión del dólar turismo.

Para controlar todo esto el Central está previendo subir la tasa de interés, lo que profundizaría aún más la recesión. Tampoco debería ser la salida indexar los bonos, o que los exportadores deban recurrir al contrabando para obtener mayor rentabilidad. Para coronar todo esto la sequía reinante está condicionando la próxima cosecha fina de trigo y cebada, que sería la primera entrada fuerte de dólares al país.

También complica la siembra de la cosecha gruesa que se hace este mes para tener los dólares de la segunda entrada en abril y mayo del año siguiente. No son buenas noticias para el país.

Todo esto madura la necesidad de sentarse a diagramar una política cambiaria integral pensando en el futuro. Argentina tiene que dejar de parchar.

 

¿Qué proyecciones hay hacia adelante?

Ojalá nos hubiésemos equivocado meses atrás cuando decíamos que sería un año pésimo. El PBI va a cerrar el cuarto trimestre con un negativo de entre 8,8 y 9% lo que nos daría una caída anual de 13%. Es cierto que otros países presentan los mismos valores, pero la recuperación no será igual porque esos países están preparados para hacerlo y ese no es el caso de Argentina.

Frente a la liberación de la cuarentena la inflación se va a disparar entre 4 y 5% mensual con lo que la anual será de entre 43 y 45%, un número muy alto para una economía que estuvo parada casi todo el año. La tasa de desempleo para el cuarto trimestre rondará el 14,7% y tendrá un promedio de 13,5%, pero hay que tener en cuenta que hay muchísima gente que perdió el empleo y no lo está buscando porque asume que la economía está parada. Así el desempleo podría llegar el próximo año al 18%.

El consumo privado que nos indica cómo transcurrió el año tendrá en el cuarto trimestre una caída del 12,2% y el año cerrará en torno al 14,5%, una tasa de recesión alta que, mezclada con los otros índices, nos piden una reactivación que debe darse a través de un plan estructural.

El PBI industrial tendrá en el cuarto trimestre una caída del 7% y el año cerrará con un negativo de 11,5%. La industria está parada porque está frenado el consumo y porque, producto de la pandemia, perdió su capital de trabajo.

La inversión cayó 19,1% y el promedio de caída del año es de 28%, esto implica que no tenemos la inyección de capital que las industrias necesitan, ni la amortización de los bienes de capital que están puestos.

Estos números nos llevarían a pensar que el próximo año habrá una reactivación cercana al 4%, insuficiente para que esta economía funcione como queremos.
El Gobierno debería crear un rumbo. Ya ni siquiera hablamos de un plan, un rumbo que genere confianza. Se deben tomar medidas hacia la creación de empleo que es el punto más débil de la economía. Hay que establecer al menos dos metas, una explotación del sistema exportador con un tipo de cambio competitivo; y tener un plan de sustitución de importaciones para que ese producido de la exportación, menos la importación, genere un saldo en la cuenta en dólares que sirva para suplir el déficit estructural que la economía tiene. Mientras eso no suceda Argentina va a generar pobreza.

Si vas al exterior y preguntás a un estadounidense cómo desarrollar una gran empresa te va a decir que hay que empezar con una pequeña y, con el paso del tiempo, vas a tener una grande. Si acá preguntás cómo tener una pequeña empresa, te responden que compres una grande y esperes.

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