Con el objetivo de garantizar la salud tanto de los animales como de los visitantes del Parque Nacional Iguazú (PNI) el doctor en ciencias veterinarias y científico, Juan Pablo Arrabal, lleva adelante una investigación que se enfoca en los coatíes y su comportamiento en contacto con los visitantes, promoviendo un equilibrio sostenible entre la fauna local y el turismo. Es así que al cabo de más de una década de estudios, se resalta la importancia de desarrollar políticas de manejo que minimicen el riesgo de enfermedades zoonóticas, algunas de las cuales ya se pusieron en práctica, como cerramientos en los patios de comidas.
Aglomeración de coatíes en los circuitos del PNI en busca de “comida fácil”, visiblemente más grandes que otros de la misma especie, peleas con secuelas físicas y la posibilidad de contagiarse alguna enfermedad de un turista y transmitirla a otras especies o a la inversa, son algunas evaluaciones que van realizando los especialistas y cuyos resultados se encuentran en proceso.
En diálogo con la FM 89.3 Santa María de las Misiones, Juan Pablo Arrabal explicó que inició el proyecto junto a Sebastián Costa, también médico veterinario, científico y compañero del CeIBA y del Instituto de Biología Subtropical (BS-CONICET), donde el objetivo inicial fue “evaluar las enfermedades zoonóticas que pudieran tener los coatíes y que pudieran ser transmitidas a las personas. También queríamos analizar parámetros bioquímicos y hematológicos para determinar si la dieta basada en desperdicios y alimentos ofrecidos por los turistas causaba enfermedades metabólicas en los animales”.
¿Cuáles son las consecuencias si cambian su manera de alimentarse los coatíes?
Las consecuencias son bastante visibles, por lo menos para nosotros que estamos estudiándolos, porque vemos una aglomeración grande de coatíes, que en la naturaleza no se ve.
Hay un cambio en el comportamiento, de conducta, porque al juntarse en buen número eso genera muchos contactos, peleas entre ellos al punto que hemos encontrado animales muy heridos, eso a causa de los conflictos que tienen al competir por el espacio y por la comida.
A la vez sobre la comida que ingieren, estamos investigando si genera alteraciones metabólicas, muchas veces han salido notas que uno ve o cruza que dice que los coatíes tienen diabetes, colesterol, pero son notas que no sé de dónde sale esa información porque todavía no lo tenemos comprobado debido a que nos faltaría capturar coatíes que vivan en el medio del Parque (Nacional Iguazú) sin contacto con personas para comparar los parámetros normales. Esos resultados todavía no los tenemos.
No obstante, uno a simple vista observa que hay ejemplares más grandes o más gordos que los coatíes que vemos más alejados de esas áreas turísticas pero no podemos aseverar que sí están teniendo un efecto en el metabolismo. Sí estamos compilando un montón de información que en un futuro podremos concluir si esa comida le está causando un impacto en la salud.
¿Existe la posibilidad de que se tenga un lugar en el Parque para darle un alimento específico a los coatíes? ¿Se puede pensar en eso?
No, no sería para nada conveniente porque son animales carnívoros, muy inteligentes y además ellos tienen que hacer un gasto de energía, un esfuerzo en la búsqueda de comida en la selva. Entonces al tener la comida servida ya eso los hace cada vez más cómodos y aparte también les sirve como un refugio ante depredadores, porque están ahí en un área llena de personas donde predadores como el yaguareté, el puma o el ocelote no se acercan por la cantidad de gente que hay. Entonces, el lugar también les sirve de refugio.
¿Se los puede ahuyentar para evitar que se acerquen a las personas?
Dentro de las investigaciones que hacemos probamos diferentes técnicas de ahuyentamiento con sustancias amargas, que agregamos a las comidas para que a ver si ellos perdían las ganas de seguir alimentándose de comida ofrecida por las personas. Probamos técnicas con ruidos, amagando, con personas que teníamos trabajando desde el equipo buscando asustarlos de alguna manera y de otras formas más, pero no funcionan porque se acostumbran, reconocen a la persona que los está espantando. Lo que funciona es no ofrecerle ningún tipo de comida. Para evitar que los coatíes se acerquen, no deben tener disponible ninguna fuente de comida.
Qué posibilidad existe de que los coatíes sean transmisores de enfermedades a la misma población de animales que hay dentro del parque como a los seres humanos. Qué riesgos corremos los humanos con este intercambio.
Y como en cualquier parte del mundo porque esto no sucede solamente acá sino también en reservas de otras regiones del mundo. Podemos contagiarnos de enfermedades zoonóticas, que son las que se transmiten entre animales y personas y más que nada en esta población porque no es natural que haya una aglomeración de coatíes como la que tenemos en el Parque.
Esta aglomeración que se da, hace que haya muchos contactos y en el caso de aparecer un brote de algún patógeno, y si fuera de rápida transmisibilidad, podría transmitirse a la población de coatíes y de ahí saltar a alguna persona. Estamos en un parque nacional que es internacional y de ahí transmitir la enfermedad a cualquier parte del mundo.
También podemos transmitir enfermedades desde los humanos hacia los coatíes, eso no hay que olvidarse. Pasó en otras regiones, en otras reservas del mundo, donde se transmitieron enfermedades, donde se produjo mortandad de animales. Acá el coatí no es un animal que esté en un peligro de extinción o que tenga un riesgo de conservación pero sí es presa de otros animales y está en contacto con ellos. También los monos caí están en casi las mismas características de animales en acostumbramiento a las personas, además tienen contacto entre ellos porque se pelean por la comida y por el espacio también.
Entonces se podrían transmitir enfermedades hacia los monos y a los predadores como el yaguareté, del cual tenemos videos, donde tanto yaguaretés, como pumas y ocelotes a veces se acercan al área a tratar de cazar y comer.
Por ahora es un estudio en desarrollo…
Lo que estamos haciendo son estudios y manejando hipótesis por sucesos que ocurrieron en otras partes del mundo. La idea es estar prevenidos, realizar una vigilancia, un monitoreo sanitario y en el caso de haber un brote, estar ahí ya atentos para frenarlo y tomar medidas para que no se esparza ninguna enfermedad para los humanos ni para los animales silvestres. Las investigaciones sobre la salud de los animales silvestres tanto en el país como en el mundo, están todas en sus inicios.
Tenemos alguna lista de enfermedades detectadas pero falta seguir investigando porque estamos continuamente encontrando patógenos nuevos que no sabíamos que los podían tener los coatíes, que estaban en Argentina, ni siquiera acá en la selva del Bosque Atlántico y cuando hablo de patógenos, no solamente son virus, hay bacterias, hongos y parásitos, entre otros
Hipótesis y realidad
El científico Juan Pablo Arrabal, al ser consultado sobre la zoonosis de los coatíes, recordó que “cuando surgió la pandemia, quienes estamos trabajando en este tema dijimos: ¡Uy los coatíes! Y empezamos a encontrar registros, reportes de felinos que en el mundo estaban contagiándose de COVID en zoológicos a través de sus cuidadores. Entonces ya uno empieza a armarse una película donde pensamos, si los coatíes del parque se agarran COVID, se va a esparcir rápidamente, no solamente a ellos, sino a los yaguaretés, a los pumas, a otros animales susceptibles”.
Dijo que “también hay otras enfermedades, otros patógenos que son muy comunes, endémicos, naturales, como la toxoplasmosis, que la encontramos en los coatíes, en los felinos y en el gato doméstico. Al igual que la leptospirosis, que también se transmite a través de la orina o de la materia fecal, entonces cuando los coatíes están en donde las personas se alimentan, como las mesas o bancos, pueden orinar y sin saberlo la gente puede hacer contacto con las manos, con los alimentos y ahí llevarse una enfermedad del parque”.
Investigaciones en la parasitosis de los yaguaretés
Juan Pablo Arrabal no solamente lleva adelante los estudios sobre coatíes en el Parque Nacional Iguazú, también tiene una importante experiencia en el trabajo con los felinos a través del Proyecto Yaguareté.
Oriundo de Olavarría, provincia de Buenos Aires, había llegado en 2011 a Puerto Iguazú donde comenzó a trabajar como voluntario en la captura de pumas y ejemplares de yaguaretés para la colocación de los collares de monitoreo.
Posteriormente siguió participando activamente en la colocación de las cámaras trampa y realizó sus estudios para el doctorado estudiando la parasitosis de los felinos del Bosque Atlántico, obteniendo el doctorado en el año 2021 el doctorado en Ciencias Veterinarias en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional del Litoral.
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