La decisión inminente del presidente electo, Javier Milei, de terminar con la obra pública, encendió las alertas en el empresariado de la construcción, que cumple un rol preponderante en el desarrollo de la economía local.
El presidente de la Confederación de PyME Constructoras de Argentina, Gerardo Fernández, analizó lo declarado por Milei y las implicancias para el sector, si esto llegara a pasar, además de manifestar una visión crítica del presente de la obra pública y cómo la atraviesan las empresas en los últimos años.
“Creo que es una preocupación que tenemos todos los argentinos ante lo nuevo que viene. Creo que las palabras que reinan hoy y que más se escuchan son incertidumbre, por no tener claro el horizonte de corto y mediano plazo”, expresó Fernández en diálogo con FM 89.3 Santa María de las Misiones y Canal 7 Somos Misiones de Flow.
En ese sentido, expresó que, desde las empresas, se encuentran en una dicotomía, ya que por un lado les alegra que el presidente haya puesto sobre la mesa el valor de la industria de la construcción, pero que también haya anunciado que no habrá más obra pública “ha llamado poderosamente la atención”.
“Los primeros sentimientos han sido de profunda desesperación, angustia, tristeza, muchas sensaciones encontradas de parte de todo el mundo de la construcción”, señaló en referencia a los obreros y a todo el derrame que esto produce, como ser el comercio, la industria, al transporte, el vidrio, el cemento, la madera, el aluminio.
“Estos dichos (…) han generado un revuelo, por ponerle un nombre, en muchos sectores, no solo en la industria y creo que inconscientemente ha servido también para ser un poco de docencia y explicar lo que significa la industria de la construcción”, agregó.
Según los datos brindados por el presidente de la confederación, en los últimos meses ya hubo una baja significativa de empleo en las obras de arquitectura, que es la que realizan las PyME.
“Veníamos de un pico, llegando a la media histórica, de unos 480 mil empleos. Esto, ya lamentablemente encontró su formato descendente y en los últimos dos meses ya estamos en 420 mil, o sea ya se han bajado prácticamente 50 mil, 60 mil empleos en los últimos dos meses y, lamentablemente, la tendencia es a la baja”, afirmó.
Agravando un poco más la situación, esos números corresponden a mano de obra directa, es decir, los obreros implicados en la construcción y no contempla el trabajo indirecto o relacionado con las obras que, según sus estimaciones, podrían llegar tranquilamente al millón y medio de personas.
Precios desfasados
Fernández explicó como funciona el sistema de obras públicas y como, en los últimos meses, muchas PyME trabajaron y ni siquiera llegaron a recuperar los costos del trabajo realizado.
Por ello, se remontó a noviembre del 2022 cuando el Gobierno nacional, debía cumplir las metas del Fondo Monetario Internacional, que pedía llegar a una meta del 1,9, 2% del PBI, de exceso. “Para hacer ese ajuste que no se llegaba, en realidad lo que se hizo fue no pagar la obra pública de los meses de octubre y noviembre. Todos esos pagos de octubre, noviembre, diciembre se pasaron ya a fines de enero, febrero y ahí se produjo una distorsión, digamos, una ampliación en los plazos de pago, que nunca se recuperó”, explicó.
A esto, le sumó un sistema de medición del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) para la construcción “arcaico”, donde termina relevando que resultan provisorios y atrasados, debido a la naturaleza de sus relevamientos. Es así que, todos los sistemas de redeterminación de precios nacionales y de muchas provincias, se basan para el pago de la obra pública en los datos emitidos por el INDEC. Como los primeros emitidos los días 16, 15 de cada mes son provisorios, no reflejan el verdadero aumento que hubo en el mes.
“Si tomamos en consideración que la rentabilidad de una obra pública puede rondar (…), entre un 5 y 8%, cuando usted quiera acordar, muchas obras no llegan a su fin, porque existe un quebranto en el contrato, un rompimiento de la ecuación económica del contrato”, señaló.
También agregó que si se logra terminar la obra, la empresa consume el beneficio y los gastos generales y, en el mejor de los casos para la empresa, termina una obra en la cual tuvo cero rentabilidad, desgaste de maquinaria y pérdida de capital, es decir, estaban descapitalizando.
Por último, habló sobre el problema de importaciones. “Eso ha hecho ralentizar muchas obras, porque básicamente no se pueden conseguir materiales. Entonces hay mucha obra reprogramada por falta de materiales, es un combo en donde son muchos los ingredientes que hacen a esta realidad”.
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