Recomiendan manejo integrado de plagas para no afectar a los insectos benéficos


El Servicio de Extensión Yerbatera (SEY) del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) detectó la presencia de gusanos marandová en yerbales de Concepción de la Sierra y Santa María, al sur de Misiones.

Considerada una plaga, muchos productores realizan un mal manejo del control de las mismas, mediante el uso de productos químicos que terminan afectando a predadores naturales del marandová.

Este gusano que se convierte en mariposa, genera la exfoliación de la yerba mate, es decir, daños directos.

El ingeniero Matías Skromeda, del SEY-INYM, explicó en entrevista con FM 89.3 Santa María de las Misiones cómo evitar terminar con las especies amigas, al querer controlar a las malas.

“Recorriendo las chacras pudimos notar una mayor presencia de insectos benéficos, cuando se hace un manejo amigable con el ambiente. Hay que tratar de utilizar productos que no afecten a toda la población de insectos ni a hongos buenos. Hay que hacer un manejo integral de plagas, que no solo incluye un control químico”, recomendó.

Skromeda insistió en que “si nos basamos en un manejo integrado de plagas, podemos tener mayor población de insectos benéficos”.

Respecto al gusano-mariposa, el ingeniero del SEY detalló que el marandová tiene un ciclo de vida de 60 días que se acelera con las altas temperaturas. “Entonces, en verano, se producen ciclos más cortos y mayor población de la plaga. En invierno, con el frío, los ciclos se alargan un poco, porque pasan mayor parte del tiempo en el estadío de adultos, resguardados del frío, o en pupa debajo del suelo”, indicó.

Tras la recorrida, “detectamos la presencia de marandová y recomendamos que pararan con los controles químicos al ingresar en temporada de invierno y la plaga, por su biología, disminuye la población. También por el gasto innecesario que implica para los productores”.

 

Controles

Matías Skromeda explicó que “tenemos un montón de controles que podemos realizar antes que el control químico. Tenemos un control físico, que en este caso es muy difícil de aplicarlo, porque son todo tipo de trampas que capturan al gusano. Se podría realizar uno físico con el gusano adulto, en este caso tratando de capturar a la mariposa, que es muy atraída por la luz. Como es una mariposa nocturna, se pueden colocar luces blancas y esto nos permitirá ese control físico sin llegar al químico”.

“En el estadío de pupa, bajo la tierra, construye una especie de caparazón que le permite pasar el invierno y donde desarrolla alas y patas para transformarse en mariposa. Si se remueve la tierra, se expondrá la pupa para que puedan ser capturadas por aves o animales que recorren los yerbales”, agregó.

Después aparecen como alternativa los biológicos, “donde se recomiendan los de uso específico para ese gusano y sin afectar otras como chinches, hongos y otros benéficos. Estos productos disminuyen la población de plagas específicas”.

“Cuando pasamos a un control químico, estamos haciendo un control general sin discriminación y afectando a los benéficos”, alertó.

Skromeda pidió “separar los productos químicos de los químicos biológicos. Estamos pasando de una etapa de una agricultura que se basaba mucho en productos químicos (fertilizantes, estimulantes de crecimiento, insecticidas, fungicidas, etc) a una agricultura mucho más amigable con el ambiente. Nos damos cuenta que hay otro camino, por las consecuencias del uso de estos productos químicos”.

Por su parte, “los biológicos tienen otro tipo de tecnología que actúa solo en la plaga, manteniendo a otros insectos que ayudan a combatir las plagas. Requieren un uso más acorde a la manipulación, a las condiciones de aplicación, al agua que vamos a utilizar y, además, necesitamos tener un monitoreo constante de las plagas para aplicarlo en el momento justo”.

“Tenemos que pensar en tener un cultivo de yerba mate en un ambiente equilibrado. Cuando introducimos productos químicos, ese uso va a traer seguramente consecuencias, un cambio en el ambiente”.

Ing. Matías Skromeda
SEY – INYM

 

El técnico advirtió que “con los químicos se suele hacer un abuso sin tener en cuenta los momentos de aplicación ni los principios activos, aunque no controlen las plagas, y los seguimos usando, cargando el ambiente de productos químicos lo cual es muy contraproducente”.

Finalmente, el ingeniero Skromeda hizo un pedido: “Tenemos que pensar en tener un cultivo de yerba mate en un ambiente equilibrado. Cuando introducimos productos químicos, ese uso va a traer seguramente consecuencias, un cambio en el ambiente. Si buscamos el equilibrio, tratemos de incidir lo menos posible obteniendo el mayor provecho de rendimiento. Sino, ocurrirá lo contrario”.

 

Especies benéficas

Respecto a las chinches que actúan en ayuda natural contra el marandová, Matías Skromeda contó el caso de la Arilus carinatus que es muy frecuente en la zona productora sur de la yerba mate.

“Se presenta en grandes poblaciones que, al ser predadoras, atacan a los gusanos en estadíos larvales iniciales, donde son muy difíciles notarlos a simple vista, porque son de color verde claro para asemejarse a las hojas de la yerba y tienen pocos centímetros. Cuando los notamos, ya generaron un daño, es tarde. Entonces esta chinche nos ayuda a disminuir la población en los yerbales”, explicó.

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