El fallecimiento de los dos estudiantes del Colegio Santa María de Posadas, Luca Ceballos y Juan Cruz Martínez, seis días después del accidente que protagonizaron en la costanera, causó una repercusión y estupor en toda la sociedad misionera, ante un hecho traumático que golpea de distinta manera a grandes y chicos. Frente a estos hechos inexplicables y difíciles de abordar en la experiencia humana, se dejó entrever la urgencia en que las instituciones educativas planifiquen actividades enfocadas en comprender y procesar las emociones sobre la muerte y el duelo para que dejen de ser tratadas como un tema tabú.
Al respecto, Myriam Báez, magíster en Psicopedagogía, dialogó con la FM 89.3 Santa María de las Misiones y explicó que “hablar de la muerte no es fácil, más en esta cultura occidental, donde a veces la muerte no es entendida, aceptada y quedan muchos vacíos cuando alguien se va. Estos hechos tienen un impacto social enorme, como el caso del fallecimiento de estos jóvenes”, advirtió la especialista.
Asimismo, la profesional añadió que “es importante cuando tratamos la muerte contar toda la verdad porque muchas familias intentan proteger a los niños del dolor, de los espacios de donde circula la muerte y no se los deja ir a los velorios o participar de los rituales que tenemos como personas dentro de una cultura y un tiempo. Considero que eso es algo negativo porque se transforma en una falsa protección porque estamos creando un entorno que no es real, que es ficticio”.
“Cuando alguien fallece, ya sea en la familia o en el entorno que nos movemos, cambia la imagen, cambia la foto de ese lugar. Por eso es en vano retrotraer a los sujetos a otros momentos que ya no se van a dar”, agregó.
Como sociedad debemos crear espacios seguros y compasivos donde los niños puedan explorar y expresar sus sentimientos en torno a la muerte y el significado del duelo. Al negar o ignorar estas realidades, se priva a los niños de las herramientas necesarias para comprender y procesar sus emociones de manera saludable.
“Hay que dejarlos participar de este tipo de rituales y dejarlos hacer el duelo de la manera que lo puedan hacer. Habilitando la escucha, sobre todo, el abrazo, el contacto, el quedarnos sin palabras, los silencios también son sanos en estos contextos”, remarcó Myriam.
Cómo proceder en las instituciones
Por otra parte, se le preguntó: ¿Cómo se aborda en la escuela este proceso, este dolor tras la muerte? “Este proceso se debe ver primero con la franja etaria involucrada con el hecho; en este caso estamos hablando de adolescentes. En primer lugar, es muy importante notificar a las familias de los estudiantes sobre la muerte de los menores, más allá de que en las redes circule públicamente la noticia. Formalmente, la institución debe notificar”.
“También es necesario que la información llegue a los estudiantes en los espacios de la escuela por medio de las autoridades. Informar del hecho de la manera más concreta y clara posible, evitando realizar juicios de valor por respeto a quienes han partido y a quienes están atravesando el proceso de duelo”, añadió.
La especialista subrayó la necesidad de armar un plan de acción tutorial para acompañar y transitar los duelos dentro de las instituciones educativas. “Tienen que estar establecidos ciertos objetivos como hacer un seguimiento exhaustivo y especializado, sobre todo de los estudiantes que compartían el curso, tener empatía y acompañar a ese grupo. Trabajar conjuntamente con el equipo de psicopedagogos y las familias”.
Báez también explicó que no hay un tiempo específico de duración de un duelo, se trata de un proceso muy personal. “Es necesario darles el tiempo y el espacio para que los chicos se expresen, ya que hay un salón con dos bancos que están vacíos. Eso es algo concreto y muy fuerte para cualquier persona. Hay que tratar de simbolizar eso, darle su lugar, hacer los rituales y las despedidas necesarias”.
Simbolizar la despedida: “Ocultar es lo peor que podemos hacer”
La profesional aconsejó dejar que “las personas se descarguen, se expresen, que hagan su despedida de la manera que sientan, con los recursos que tengan: con un globo lanzado al aire, sembrando un árbol, con una flor, con una carta, mirando fotos, escribiendo en los muros de las redes sociales, porque son maneras de simbolizar esta despedida, este proceso, este dolor, de reconocernos como seres humanos, ocultar es lo peor que podemos hacer”.
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