Caída demográfica en Argentina: “desde 2014, la tasa de fecundidad bajó un 34%”


La tasa global de fecundidad en Argentina cayó un 34% entre 2014 y 2021, el descenso más pronunciado desde que existen registros anuales de esta variable. El dato surge de dos estudios realizado en conjunto entre UNICEF, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC).

Lo que vemos es un cambio en la tendencia. Argentina venía con una tasa de fecundidad que venía bajando muy lentamente las últimas décadas, pero de 2014 a esta parte vimos que bajó muy fuerte, un 34%“, comentó en diálogo con FM 89.3 Santa María de las Misiones Emanuel López Méndez, analista de Protección Social de CIPPEC.

El profesional resaltó que conocer estas estadísticas sobre la demografía del país resultan claves para planificar y adoptar futuras medidas que promuevan el desarrollo económico, el bienestar social y la reducción de la pobreza. “Estos datos nos indican cuántas personas hay de cada edad y, sobre todo, cuántas personas habrá de cada edad, es decir, cuántos niños vamos a tener que educar en los próximos años, cuántos trabajadores vamos a tener y después, obviamente, cuántos jubilados esperamos tener de acá a 50 o 60 años, pero también de acá a 20 o 5“.

De esta manera, los estudios ponen el foco en dos cuestiones: la fuerte disminución de la tasa de fecundidad (primer documento), y el rol que tiene la transición demográfica para la sociedad y la economía del país (segundo documento).

 

Una tendencia aun más notoria en los menores de 20 años

Entre 2014 y 2021, el descenso de fecundidad argentina fue aún más acelerada en las niñas y adolescentes menores de 20 años. “Si habíamos dicho que en el total de la población es el 34% y en menores de 20 años es del 60%, es decir, una calidad muy importante“.

Para López Méndez, esto se puede explicar a través de dos principales factores: los cambios culturales y el acceso a nuevos métodos anticonceptivos por parte de la población.

“Cuando vamos a las causas, lo que encontramos es que hay sobre todo dos posibles causas que se retroalimentan, que no son definitivas, y que seguiremos estudiando. La primera de ellas son los cambios culturales. Sobre todo de 2014 a esta parte, está habiendo muchos cambios respecto a las ideas del feminismo, el ingreso de ‘Ni una menos’, la reivindicación feministas, o cambios en las expectativas de lo que las mujeres quieren hacer de su vida. Todo eso está motorizando cambios en las conductas sociales y culturales que hacen que las personas decidan o no tener hijos, o tener menos hijos, o atrasar el momento de su vida en que tienen los hijos“.

“Además, se dio en un contexto en el que aparecieron nuevas formas de acceso a métodos anticonceptivos, sobre todo con los de larga duración. Si una persona no quiere tener un embarazo, se aplica un método anticonceptivo que dura dos o tres años, lo que ahora se conoce como el chip, y no depende de otros métodos. El ingreso de nuevos anticonceptivos es lo que ayuda que si una mujer decide no quedar embarazada, pueda cumplir ese deseo“, destacó.

Más allá de tener estos buenos datos vinculados a niñez y adolescencia en cuanto a embarazos, López Méndez insistió en que no debemos bajar la guardia con respecto a seguir fomentando la implementación de herramientas como la Educación Sexual Integral o la Interrupción Voluntaria y Legal del Embarazo, cuestiones que hoy en día aun sigue siendo tabú en algunos lugares.

Una de las políticas que creemos que se puede apuntalar entre las cosas que sí están funcionando es asegurarle a la población sus derechos sexuales y reproductivos. Esto implica mejorar la producción de anticonceptivos y asegurar derechos que ya están consagrados por la legislación, como en la Educación Sexual Integral y la Interrupción Voluntaria del Embarazo, esto nos va a permitir sostener esta baja en la fecundidad y darle la opción a las personas de que decidan, sobre todo, cuándo quieren tener hijos y si quieren tenerlos por supuesto“.

 

Una oportunidad histórica

Pese a lo alarmante que suenan estas estadísticas, para López Méndez existen razones para creer que esta reducción de la fecundidad “es una buena noticia”.

Básicamente lo que está dejando de ocurrir son los embarazos no intencionales y los embarazos en la adolescencia, es decir, en niñas menores de 18 años. Esto tiene un impacto positivo en el futuro de estas personas, y a que tiene más probabilidad de terminar en el colegio o más probabilidad de ingresar a un trabajo”, explicó.

De la misma manera, celebró que la población “está diciendo cuándo quiere tener hijos, cuántos hijos quiere tener, y está pudiendo cumplir con esa decisión“.

Por otra parte, si bien en el futuro nos encontraremos con un panorama con una mayor cantidad de adultos mayores que mantener y menos jóvenes que produzcan, actualmente el país está atravesando una etapa que los demógrafos denominan “bono demográfico”.

En palabras simples, un bono demográfico se trata de un momento en el cual la cantidad de personas en edad de trabajar es mayor con respecto a personas dependientes: la población de niñas y niños está disminuyendo y la proporción de personas mayores aún no es muy grande. “Lo que quiere decir esto es que tenemos 15 o 20 años aproximadamente para aprovechar este bono en el que tenemos una gran población en edad de trabajar, que puede producir y que puede aumentar la productividad de la economía“.

En ese sentido, este bono debe ser aprovechado ya que la disminución de la fecundidad y el aumento de la longevidad llevarán, inevitablemente, a su fin a través de un proceso de envejecimiento poblacional en el mediano y en el largo plazo. “Si no aprovechamos este bono demográfico y lo dejamos pasar, después se nos va a hacer más difícil este momento en el que las personas que ahora son trabajadoras pasen a ser jubiladas y tengamos que seguir brindándole servicios“, sentenció.

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