Corría el año 2000 cuando Candelaria y Herman, un matrimonio de veinteañero, partieron desde el kilómetro cero de Argentina rumbo a Alaska abordo de su viejo automóvil de 1928. Un viaje que en principio solo iba a durar 6 meses, pero terminó por adentrarlos en una aventura que los llevaría a recorrer el mundo a lo largo de 22 años.
“A los 6 años de casados empezamos nuestro viaje, la idea era con nuestros pocos ahorros que teníamos llegar a Alaska en 6 meses, y ahora estábamos volviendo al punto de partida 22 años después“, comentó Candelaria Zapp, una de las protagonistas de esta gran historia.
Recordó que en aquel entonces, salieron con unos $4.000 , que en épocas del 1 a 1 equivalían a la misma suma pero en dólares. “Nosotros pensábamos llegar a Alaska con eso, y solo llegamos a la parte amazónica de Ecuador, ni siquiera habíamos cruzado a Centro América“, contó en diálogo con FM 98.3 Santa María de las Misiones
“Ahí empezamos a buscar dinero, la gente nos decía de buscar sponsors, pero nunca apareció ese sponsor y creo que fue lo mejor que nos pasó. Nosotros decimos que la mejor bendición del viaje ha sido quedarnos sin dinero, porque a partir de ahí descubrís de lo que sos capaz de hacer, nos dijimos ‘este es nuestro sueño, estamos bien, vamos para adelante’“, contó.
Por otra parte, destacó la calidad humana humana que encontraron en el camino, la cual les permitió junto a su marido Herman llevar adelante esta travesía, ya que fueran al lugar que fueran, siempre encontraban alguien que los hospedara o le brindara una mano. “La sorpresa más linda de este viaje es la humanidad que la habita, realmente vivimos en un planeta con una humanidad increíble”
“Cuando comenzamos, el primer día ya teníamos una casa de familia donde quedarnos, el segundo otra casa de familia, no esperábamos eso. Si hubiera ido a todas las casas que nos invitaron, creo que todavía estaríamos, el viaje sería el doble de largo“, relató.
Y de la misma manera, la forma de sustentarse la fueron hallando también en el camino. “Primero me puse a pintar acuarelas, nunca había pintado en mi vida pero mi marido me decía ‘por qué no te pones a pintar y vendemos tus cuadros’. Tuve que aprender, al principio mis cuadros eran un desastre”, recordó entre risas. “Después comprábamos artesanías en un país y lo vendíamos en otro, hasta que en Colombia empezamos a escribir y en Costa Rica imprimimos nuestro primer libro: ‘Atrapa tu sueño’“.
Dicho libro, uno de los cuatros que ya tienen publicados, retrata la historia de esta particular familia desde el momento que partieron del Obelisco de Buenos Aires hasta que llegaron a Alaska, pasando por todas sus experiencias en el camino, cómo fue dejar su hogar, el quedarse sin dinero, o ser padres en medio de la travesía. Y es que sí, este soñado viaje no solo les dejó miles de historias; también les permitió formar una familia con la llegada de sus cuatro hijos, todos nacidos en diferentes partes del mundo.
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“El primero, Pampa, nació en Carolina del Norte (Estados Unidos) y tiene ahora 19 años. Después el segundo, Tehue, nació en Argentina en Capilla del Señor cuando viajamos de La Quiaca a Ushuaia. Paloma nació en Canadá, en una isla, y tiene 14 años ahora. Y por último Wallaby, el más pequeñito que nació en Australia y tiene 12“.
Durante todo el recorrido, los Zapp se toparon con innumerables obstáculos que siempre lograron superar gracias a su optimismo y la ayuda de los lugareños, desde problemas con el auto hasta atravesar ríos, selvas, desiertos y océanos, todo sin descuidar el bienestar y la educación de sus hijos de quienes también debieron actuar de maestros. Pero una traba que nadie podía imaginar los tomó por sorpresa en 2020: la pandemia del coronavirus COVID-19.
“En el tiempo de pandemia por suerte estábamos en Brasil que fue un país bastante abierto. Estuvimos tres meses en un lugar que eran diez hectáreas abiertas, en donde el dueño nos dejó quedarnos e hicimos una huerta y nos dedicamos a escribir. Después no fuimos a Florianópolis, donde estuvimos tres meses, y después un año entero en Praia do Rosa. Allí los chicos hicieron muchos amigos y hay muchísimas familias argentinas, entonces fue un lugar bastante bueno para pasar la pandemia“.
Así esperaron hasta que Argentina volvió a abrir sus fronteras de a poco. De hecho, hoy se encuentran en Posadas donde presentaron su primer libro “Atrapa tu sueño” en el gimnasio La Aldea (Ayacucho 2469). “
Mañana sábado, si todo acompaña, estarán saliendo a la ruta nuevamente, esta vez con el GPS apuntando al Obelisco porteño, lugar que dio inicio y también marcará el final de su aventura después de más de dos décadas.
“La Candelaria que está volviendo hoy al obelisco no es la Candelaria que salió. Estoy mucho más humanizada, más sensible ante las cosas, más abierta, y también descubrí que soy capaz de hacer muchas cosas que si me hubiera quedado en mi casa no hubiera sabido lo capaces que somos. Esto es un mensajes para todos, si uno sale al mundo es como que te das cuenta de lo capaz que sos“, reflexionó.
Por su parte Herman, el piloto de esta aventura, señaló que este gran viaje le enseñó que “hay un mundo maravilloso y que la vida es para vivirla, que hay que hacer eso para honrarla, vivirla, y qué mejor manera que yendo con tu amor a cumplir el sueño de tu vida”
A partir de ahora que iniciarán juntos una nueva etapa, pero ello no quiere decir dejar de hacer lo que aman. “No es que los sueños se termina sino que generan otros y sabemos que se pueden cumplir, entonces vamos a ir por mucho más”
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Compañeros de viaje
A esta familia de seis podría sumarse un séptimo integrante, el Graham-Page de 1928 con motor original y llantas de madera con el que cruzaron todo tipo de superficies y ecosistemas. “Al principio todos nos decían que con ese auto no íbamos a llegar a ningún lado, es más, nadie nos vino a despedir al obelisco y tuvimos que ir a buscar a mi hermana para que nos venga a sacar una foto, porque nadie nos creía, y ahora se recorrió todo, se cruzó desiertos, fuimos al Everets con el auto, a Egipto, a Asia, al Ártico dos veces“, contó Candelaria.
Recuerda como a lo largo del viaje tuvieron muchísimos problemas mecánicos con el auto, “pero cada vez que tenemos un problema aparece un nuevo amigo, cada vez que tenemos un problema en realidad es un desafío que afrontar”
“Por ejemplo aquí, cuando llegamos a Posadas, teníamos un problema en el motor y paramos en la Costanera a ver cómo podíamos solucionarlo, y un señor en una bicicleta que nos ofreció quedarnos en su casa hasta arreglar el auto“, relató.
Esta reliquia para los amantes de los fierros es también el hogar donde los Zapp pasaron gran parte de sus vidas, y pese a que es difícil imaginar una convivencia tan larga en esas condiciones, Candelaria asegura que la experiencia “por suerte ha sido maravillosa, hablamos de todo, y como no tenemos una rutina, todos los días tenemos que sentarnos y decidir entre los nosotros que vamos a hacer, a donde vamos a ir”
“Mucha gente piensa que estamos mucho tiempo en el auto, pero no es así, por eso que tardamos 22 años en viajar. Nosotros por ahí viajamos cuatro horitas y después paramos en un lugar, compartimos con la gente por dos o tres días, conocemos el lugar, hacemos la escuela o hacemos las cosas cotidianas que tenemos que hacer, como lavar la ropa. Entonces, esas cuatro horitas dentro del auto es nuestro momento donde charlamos un montón, antes de estar por ahí afuera o haciendo una excursión. Eso es lo que creo que voy a extrañar ahora cuando vuelva a mi casa, la calidad y el tiempo que tenemos en familia”
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La entrada Los Zapp: 22 años recorriendo el mundo en familia se publicó primero en Primera Edición.