El argentino Pablo Berra nació en Santiago del Estero, tiene 55 años y se convirtió en uno de los dos mil voluntarios en Sudáfrica para probar la vacuna anti-COVID-19 que se encuentra en la fase 3 de investigación por parte de la Universidad de Oxford (Reino Unido) en asociación con la empresa farmacéutica AstraZeneca.
Es la misma vacuna que, de ser aprobada definitivamente, se producirá en Latinoamérica entre la Argentina y México. En nuestro país, la empresa mAbxiencie, del Grupo Insud, producirá en su planta de Garín, partido de Escobar, entre 150 y 250 millones dosis del principio activo de la vacuna contra el coronavirus.
Desde Sudáfrica, Berra conversó telefónicamente con el programa “Aire de Sábado” por FM de las Misiones 89.3, la radio de PRIMERA EDICIÓN.
Aseguró estar muy bien de salud tras recibir la primera dosis de esta vacuna, al expresar su satisfacción por haberse sumado para lo que considera “la llave” para salir de la pandemia.
Decisión solidaria
Fue consultado cómo terminó siendo parte de la investigación. “Los científicos buscaban por los medios de comunicación y estaba mirando los noticieros de televisión un domingo, vi a una doctora de la Universidad de Witwatersrand (Wits) pidiendo dos mil voluntarios y figuraba un correo electrónico al que escribí. Minutos después me llamaron para que, al día siguiente, sea parte de los voluntarios”, dijo Berra.
El santiagueño aseguró que se decidió a ser parte de la prueba por “la situación que se está viviendo en todas partes, sobre todo aquí en Sudáfrica donde estamos bastante mal con la cantidad de contagios. Supongo que también fue el hecho que Oxford haya elegido a Sudáfrica y Brasil para esta partecita de la prueba, ofreciéndome a colaborar con este granito de arena para que todo esto se termine lo más rápido”.
“La única llave para salir de esto es la vacuna y, para eso, es necesario que haya voluntarios”, sentenció Pablo Berra.
Dos dosis con un mes de distancia
Tras haber recibido la primera dosis de la vacuna el pasado 20 de julio, Berra recibirá hoy la segunda dosis. “Después de algunas pruebas como análisis de sangre y de orín, me llamaron el domingo 19 de julio y, al día siguiente 20 de julio, nos dieron la primera dosis. En un primer momento nos dijeron que recibiríamos una sola dosis pero, después, descubren que todos los que habían sido vacunados solamente el 91% crearon células de memoria de anticuerpos pero no cubrían el 100%”.
“Dos semanas después me explicaron que esa segunda dosis pretende cubrir ese ciento por ciento de la gente vacunada”, relató el hombre respecto a la explicación médica-científica.
Cuando comenzaron con la vacunación “me dijeron que no iba a tener problemas porque no tiene complicaciones salvo pequeños síntomas de cualquier vacuna. Eso fue el 20 por la mañana y, el martes por la noche, tuvo dolores musculares, chuchos de frío y un poco de dolor de cabeza. Los restantes cinco días tuve febrícula con 37,2º o 37,3º de temperatura, llegando a 37,9º”. Ante cualquier síntoma, además de completar una planilla de manera constante, debían comunicarse con una línea telefónica que se habilitó entre voluntarios y médicos. Tenemos un grupo de Whatsapp donde nos comunicamos constantemente. En mi caso me indicaron un paracetamol y me sentí mejor. El resto del mes ya no tuve nada más”, contó del proceso posterior a la primera dosis.
Va por los 11 hisopados
Cada lunes Pablo Berra debe asistir al laboratorio que estudia a los voluntarios para sacarse sangre e hisoparse para la prueba de COVID-19.
“Me deben haber realizado 11 hisopados. Al principio toda esa parte de la prueba no me gustó pero ahora ya no siento nada”, confió el voluntario de la investigación. Tras la segunda dosis, la promesa es que los controles se irán espaciando y se realizarán cada 15 días.
Ratificó que no tuvo temor a la reacción que pudiera generarle la medicación en estudio. “No era de tener temor a nada, en realidad esta fase 3 es la última ya que pasaron otros voluntarios en las fases 1 y 2 en Inglaterra que sí se enfrentaron a lo desconocido, que no se sabía qué iba a pasar con ellos. Acá nunca consideré que algo pudiera pasar estando la Universidad de Oxorfd que es muy prestigiosa. Nunca he tenido ningún tipo de temor a que algo pudiera ocurrirme”, expresó a FM de las Misiones.
La esperanza por su familia
Pablo Berra conserva a sus padres, a otros familias y amigos en su Santiago del Estero natal. Aunque lleva 12 años viviendo en Sudáfrica, antes de la pandemia de coronavirus, los visitaba todos los años para las Fiestas de Fin de Año.
Consultado cómo tomó la noticia que Argentina sería lugar de producción de la misma vacuna que él prueba en otro continente, aseguró que “fue una grata sorpresa. Supongo que eso va a solucionar muchos problemas. Estando ahí la producción va a ser inmediata a partir de su aprobación. Ahora estamos en la última fase, muy cerquita de que Inglaterra la aprueba y luego cada país inmediatamente empiece a hacer lo mismo”.
“Soy muy optimista ya que acá siempre nos dijeron que la vacuna funciona en un 100%. Todo vacunado tiene buenas respuestas de anticuerpos y de las células de memoria o linfocitos T. Acá en Sudáfrica lo que quieren demostrar es que la vacuna no produce ningún efecto secundario o colateral en los que han sido vacunados. Eso se va a comprobar muy pronto para comenzar la distribución en todo el mundo”, manifestó esperanzado.
Inmunidad después del mes
Finalmente, Pablo Berra fue consultado sobre el tiempo que le informaron que quedará cubierto con la vacuna contra el COVID-19.
“Lo que nos explicaron el lunes pasado, cuando tuvimos una charla con la doctora sobre eso, es que pasados 14 días de la primera dosis deberían aparecer los linfocitos T. Y durante el mes, con la segunda dosis, deberíamos tener los anticuerpos y quedaríamos inmunes”.
El voluntario en la investigación agregó que “ Lo que nos explicaba la doctora que es muy parecida la situación que ocurre con la gripe, donde los anticuerpos duran mientras uno se siente mal y, cuando comenzamos a mejorar, los anticuerpos se van no es que duran para siempre”.
Entonces, a partir de la prueba de la Universidad de Oxford “Lo que los científicos buscan con esta vacuna es generar las celular de memoria T para que los anticuerpos duren un tiempo muy largo, capaz que para toda la vida. Si en un futuro me llegara a contagiar con el virus, ya el cuerpo sabría cómo reaccionar y no me enfermaría”, explicó el argentino Berra.
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